El
pasado sábado 24 de Octubre de 2015, la NEL-Miami contó con la valiosa
oportunidad de compartir una maravillosa experiencia de trabajo a cargo de
nuestra reconocida colega de la ELP, Vilma Coccoz, quien realizó un impecable
recorrido sobre el estado congelado de la palabra en el Autismo, tocando las
implicaciones clínicas y las articulaciones éticas a las que este estado
particular de la palabra nos invita a inventar cuando la problemática en
cuestión es el Autismo.
Vilma inició este estupendo recorrido subrayando que negar e ignorar la causalidad psíquica implicada en el Autismo deviene un problema de derechos humanos. De ahí la importancia de la oferta de tratamiento que aporta el psicoanálisis lacaniano: la invención singular de cada sujeto autista será el recurso fundamental en el curso de cada tratamiento. Para esto, es necesario tomar “al niño como un ser de saber” (...) “Donde se trata de captar cuál es el interés del niño, qué lo mueve, qué le interesa y a partir de su singularidad y su consentimiento se podrán vislumbrar “los intereses reales que producen goce en ese niño” y que permitirán “que construya un saber dónde se juega su propia singularidad.”
Ahora bien, si bien es cierto que la singularidad de cada quien es el núcleo de nuestra intervención, Vilma señaló la importancia de reconocer dos rasgos característicos de esta categoría clínica: el deseo de soledad y la inmutabilidad; tener en cuenta estos rasgos clínicos permitirá también despejar la posición subjetiva en juego.
En este sentido, Vilma nos invita a entender el autismo como una manifestación del parlêtre en donde no funciona el lenguaje como parásito prendido al cuerpo sino más bien, como una categoría clínica donde se evidencia “la forclusión del agujero”, como lo llama Eric Laurent, donde el traumatismo del enigma inicial no toma la forma de un agujero, y al haber forclusión del agujero ese agujero no tiene forma de armarse un simbólico.
Siguiendo este orden de ideas, Vilma señala que “todo el trabajo del autista es construir un saber ajeno de cómo funcionan las cosas recorriendo todas las posibles escenas que tiene en su repertorio para intentar responder.” Y el traumatismo de lalengua lo trata o bien sea vía “el estupor, la retracción, el deseo de soledad o bien con la construcción de saberes repertoriados pero que son ajenos al sujeto.” Y la problemática del cuerpo queda atravesada por esa ausencia de agujero: “Al no haber agujero, no hay pulsiones que establezcan una gramática de intercambio con el otro.”
Vilma nos invitó a pensar la clínica del Autismo a partir de lograr “entender en qué punto de la estructura está ese sujeto que atendemos, en pro de poder orientar.” Teniendo como eje de nuestra práctica que “el valor del diagnóstico en el autismo es el diagnóstico estructural y no el sintomático.”
Igualmente Vilma nos relanza al principio ético del psicoanálisis: “Siempre suponer que hay en el origen una elección, donde se rechaza el significante, donde no se consiente al significante que podría otorgar una representación de sí mismo y del mundo. Si hubo una elección la propuesta es entonces, recuperar ese momento justo en el que algo de la subjetividad se puede rescatar, sin colocarlos como deficitario ni débiles. Sino más bien un sujeto que podría salir de ahí un poco y hacer algún intercambio con el mundo.”
Este invaluable trabajo clínico estuvo anudado a la importancia del Control como pilar fundamental de la formación analítica y de la Escuela como tal, agradecemos a los colegas José Armando García y Liliana Kruszel por sus contribuciones clínicas y su participación en esta jornada de trabajo clínico.
Igualmente extendemos un gran agradecimiento a Vilma Coccoz así como a los demás participantes, por esta experiencia de trabajo que nos invita a alojar las singularidades y retos en la práctica clínica cuando se trata del Autismo, donde la oferta del psicoanálisis lacaniano -a diferencia de otras disciplinas- consiste en cambios y movimientos, así como las vicisitudes a las que nos invitan los distintos modos de padecimiento que nos ofrece la civilización de nuestros días.
Vilma inició este estupendo recorrido subrayando que negar e ignorar la causalidad psíquica implicada en el Autismo deviene un problema de derechos humanos. De ahí la importancia de la oferta de tratamiento que aporta el psicoanálisis lacaniano: la invención singular de cada sujeto autista será el recurso fundamental en el curso de cada tratamiento. Para esto, es necesario tomar “al niño como un ser de saber” (...) “Donde se trata de captar cuál es el interés del niño, qué lo mueve, qué le interesa y a partir de su singularidad y su consentimiento se podrán vislumbrar “los intereses reales que producen goce en ese niño” y que permitirán “que construya un saber dónde se juega su propia singularidad.”
Ahora bien, si bien es cierto que la singularidad de cada quien es el núcleo de nuestra intervención, Vilma señaló la importancia de reconocer dos rasgos característicos de esta categoría clínica: el deseo de soledad y la inmutabilidad; tener en cuenta estos rasgos clínicos permitirá también despejar la posición subjetiva en juego.
En este sentido, Vilma nos invita a entender el autismo como una manifestación del parlêtre en donde no funciona el lenguaje como parásito prendido al cuerpo sino más bien, como una categoría clínica donde se evidencia “la forclusión del agujero”, como lo llama Eric Laurent, donde el traumatismo del enigma inicial no toma la forma de un agujero, y al haber forclusión del agujero ese agujero no tiene forma de armarse un simbólico.
Siguiendo este orden de ideas, Vilma señala que “todo el trabajo del autista es construir un saber ajeno de cómo funcionan las cosas recorriendo todas las posibles escenas que tiene en su repertorio para intentar responder.” Y el traumatismo de lalengua lo trata o bien sea vía “el estupor, la retracción, el deseo de soledad o bien con la construcción de saberes repertoriados pero que son ajenos al sujeto.” Y la problemática del cuerpo queda atravesada por esa ausencia de agujero: “Al no haber agujero, no hay pulsiones que establezcan una gramática de intercambio con el otro.”
Vilma nos invitó a pensar la clínica del Autismo a partir de lograr “entender en qué punto de la estructura está ese sujeto que atendemos, en pro de poder orientar.” Teniendo como eje de nuestra práctica que “el valor del diagnóstico en el autismo es el diagnóstico estructural y no el sintomático.”
Igualmente Vilma nos relanza al principio ético del psicoanálisis: “Siempre suponer que hay en el origen una elección, donde se rechaza el significante, donde no se consiente al significante que podría otorgar una representación de sí mismo y del mundo. Si hubo una elección la propuesta es entonces, recuperar ese momento justo en el que algo de la subjetividad se puede rescatar, sin colocarlos como deficitario ni débiles. Sino más bien un sujeto que podría salir de ahí un poco y hacer algún intercambio con el mundo.”
Este invaluable trabajo clínico estuvo anudado a la importancia del Control como pilar fundamental de la formación analítica y de la Escuela como tal, agradecemos a los colegas José Armando García y Liliana Kruszel por sus contribuciones clínicas y su participación en esta jornada de trabajo clínico.
Igualmente extendemos un gran agradecimiento a Vilma Coccoz así como a los demás participantes, por esta experiencia de trabajo que nos invita a alojar las singularidades y retos en la práctica clínica cuando se trata del Autismo, donde la oferta del psicoanálisis lacaniano -a diferencia de otras disciplinas- consiste en cambios y movimientos, así como las vicisitudes a las que nos invitan los distintos modos de padecimiento que nos ofrece la civilización de nuestros días.
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