1.
¿Por qué los Papúas?
Onfray
hace alarde de la virtud del filósofo que se vuelve un hombre público:
según Foucault es la parrêsia, en griego el decir todo,
el decir verdadero, el hablar francamente, les dice a los
poderosos sus cuatro verdades, hace caer a los ídolos, salmodia acusaciones sin
réplica, cuando la dosificación es buena todo el mundo lo quiere, de la
izquierda a la derecha. Le ocurre embrollarse y entonces ¡cataplum! Hace poco
en Le Point nuestro justiciero tomó por asalto a Saint
Germain de Prés, declarada “aldea Papúa” y decapitaba sin piedad a su mafia de
izquierda caviar. En el acmé de la masacre: “Prefiero un análisis justo de
Alain de Benoist antes que un análisis injusto de Minc, Attali o BHL…¡Los
Papúas van a gritar! Pero no me harán decir que prefiero un análisis injusto de
BHL con el pretexto que él dice que es de izquierda”. (extracto citado por J.J.
Bourdin en su entrevista del lunes con Onfray).
Este
domingo interviene Manuel Valls. El ostenta la virtud del jefe: la autoridad,
en él siempre cerca de la ira. Hay alguien que le cierra la boca al filósofo:
“Cuando Michel Onfray explica que Alain de Benoist vale mas en el fondo que
BHL, esto quiere decir que perdemos las referencias”. Onfray
inmediatamente está en todos los medios: no fue leído, fue mal leído, llega a
proponer en Le Figaro “una explicación de texto”. ¿El
problema según él? Valls es “un cretino”. Pero no. Más bien hay algo retorcido
en las palabras de Onfray. Este presenta un conflicto de preferencias.:
A)
Siendo “hombre de izquierda” yo (Onfray) prefiero a un hombre de izquierda que
a los de la derecha.
B)
Siendo filósofo, prefiero lo justo a lo injusto, lo verdadero a lo falso.
C)
Siendo antes filósofo que de izquierda, pongo por delante a B sobre A: más vale
una vedad de derecha que un error de izquierda.
Ese
quiasma de lo preferible no es de la cosecha de Onfray. Encontró su expresión
clásica en la sentencia latina: «Amicus Plato, sed magis amica veritas»
: Platón es mi amigo, pero la verdad es una amiga aun mas querida. Este
pensamiento viene de Platón y es retomado por Aristóteles: Cicerón hace la
elección contraria: prefiero equivocarme con Platón que estar en lo cierto con
Pitágoras (origen del célebre “Mejor equivocarse con Sartre que tener razón con
Aron”)- Lo que cojea en la versión de Onfray es que no es amigo de BHL, lejos
de ello, no lo puede soportar. Entonces, el “Plato amicus” en el que
se basa el proverbio se invalida, ¡patapuf!
Esto
es lo que autoriza la lectura que hace Valls. De hecho, la versión de Tarski,
gran lógico, es la que hubiera podido darle sentido al galimatías de Onfray: «Inimicus
Plato, sed magis inimica falsitas», es decir, BHL es mi
enemigo, pero el error es un enemigo aún mayor. Queda un misterio: ¿por qué
agarrárselas con los Papúas? Las culturas papúas inspiraron a los más grandes
etnólogos: Malinovsky, Margaret Mead, Godelier. ¿Quién eres tú Onfray para
despreciarlos?
2.
Lógica del galimatías
Ahora
quisiera hacerle justicia al galimatías de Onfray, desplegar todas las
sutilezas, extraer su sentido profundo. Voy a empezar por una “curiosidad”
indicada por María de França (Manuel Valls, Michel Onfray y BHL: la apuesta del
debate” La regle du jeu, 8 de marzo 2015) : “Nosotros tenemos el derecho de
encontrar muy curiosa esta manera de sacar de la naftalina a Alain de Benoist,
un intelectual totalmente olvidado”. En efecto, ¿por qué Alain de Benoist? ¿Por
qué imputar precisamente a ese personaje la paternidad del “análisis
justo” del cual “el análisis injusto de BHL” es simétrico? Siendo el
ataque ad hominem, siendo Bernard Henri-Levy el hombre en la
mira, se impone la mención de su nombre, es legítimo, es necesario. Por el
contrario, mencionar a Alain de Benoist no es necesario sino contingente:
cualquier personaje de derecha hubiera servido de igual modo en ese lugar. La
elección del nombre propio no tiene ninguna incidencia en la validez lógica del
razonamiento. Se podría dar a la teoría de las preferencias de Onfray la
siguiente axiomática: A) lo verdadero, V, supera a lo falso, F, A´) Escolio:
toda tesis V (justa, verdadera, exacta) supera a toda tesis F (injusta, falsa,
errónea); B) Todo nombre que pertenece al paradigma de las “personas de
izquierda” puede verse atribuir la producción de una tesis F. El galimatías de
Onfray se basaría a partir de aquí en la siguiente implicación, válida aunque
redundante. Dado que el hecho de que el autor de tesis, sea de derecha o de
izquierda es neutro en cuanto a la validez de la fórmula. Es decir: para todo x tal
que x es una tesis válida teniendo un autor de derecha y
para todo y tal que y es una tesis falsa
que tiene un autor de izquierda, x vale mas que y. La
elección de los nombres propios destinados a ejemplificar al hombre de derecha,
autor de una tesis verdadera y al hombre de izquierda autor de una tesis falsa
no es una decisión de orden lógico, sino ideológico o sentimental, es decir,
profundamente retórica. En el marco de una polémica contra BHL, nada hay mas
legítimo que identificar con este nombre al hombre de izquierda autor de una
tesis falsa. Solo que la hostilidad de Onfray hacia BHL es tal que desborda su
esquema lógico de prejuicios cruzados. De allí el sentimiento de tener que
vérnoslas con un galimatías. Lo que arroja por tierra el quiasma de Onfray, es
que él se rehúsa a reconocerle a BHL la calidad de hombre de izquierda.
Señala
en efecto que BHL “dice que es de izquierda”. A sus ojos se trata entonces de
una aserción ilocutoria, que expresa una opinión del sujeto sobre sí mismo, lo
que presupone que él, Onfray, se rehúsa a dar a ese dicho el estatuto de una
verdad objetiva. A partir de ello, nada impide que la falsedad supuesta de la
tesis de BHL se extienda a su cualidad de hombre de izquierda. Dicho de otro
modo, Onfray deja entender, sugiere, que BHL es un falso “hombre de izquierda”.
De lo que resulta que el axioma de lo preferible, que plantea que en todos los
casos lo verdadero vale más que lo falso, no tiene como única consecuencia la
escolia que afirma que toda tesis verdadera vale más que una tesis falsa.
Implica también otra: que un verdadero hombre de derecha autor de una tesis
verdadera vale mas que un falso hombre de izquierda autor de una tesis falsa.
Esta
escolia justifica plenamente la lectura de Manuel Valls del galimatías de
Onfray. Este peleó como un león, discutió esta lectura en todos los tonos y en
todos los medios, calificó a Valls de “cretino”. Lo que no impide: que en este
asunto no haya más que un cretino, y es Onfray. Lo que en esa ocasión,
cretiniza al muchacho que, por otra parte, está lejos de ser falto de
inteligencia, son los desbordes de su odio. Odio por BHL. Odio por la mafia
elitista y decadente llamada de Saint-Germain de Pres. Odio por la Izquierda en
todas sus formas conocidas, o casi. De todos los que se expresan en los medios
en 2015, Onfray es de lejos el que odia con más constancia, es el único cuyo
estilo transmite algo de la Acción francesa. El Rivarol de hoy está detrás
lejos.
3.
La elección de un nombre propio
Ahora,
¿qué nombre elegir para ejemplificar el hombre de derecha autor de una tesis
verdadera? Hay nombres cuya asociación a la noción de una “tesis verdadera”
heriría el sentido común del público o, para hablar como Orwell Michéa, la “common
decency“. En efecto, considerar a alguien como el autor de una tesis
verdadera implica inevitablemente un efecto de sentido elogioso.
Supongamos
que yo digo por ejemplo: “una tesis verdadera de Hitler”. Incluso si por otra
parte yo afirmo odiar al personaje, este enunciado trae aparejado un elogio,
puesto que presupongo que Hitler es capaz de enunciar (al menos) una tesis
verdadera.
Ahora
bien, por otra parte consta que Hitler enunció un buen número de “tesis
verdaderas”, del tipo; “Voy a ocupar Renania por sorpresa, y no se moverán”,
“Nadie me impedirá realizar el Anschluss”, “Vamos a voltear
la línea Maginot como lo preconiza Manstein, y tendremos una victoria
aplastante”, etc. Dada la exactitud de estas aserciones previsionales, nada se
opone en el plano de la estricta lógica que hablemos de las “tesis verdaderas”
de Hitler. Para retomar la frase memorable de Roland Dumas en su diálogo con
Jean-Jacques Bourdin, del 16 de febrero pasado, “¿Por qué no decirlo puesto que
es una realidad?” Sin embargo, hacer de Hitler, en el marco de una argumentación
puramente lógica, el sujeto de la enunciación de tesis verdaderas, es una cosa.
Otra cosa es hacerlo en la “esfera pública” (en el sentido de Habermas). Allí,
este nombre propio arrastra una connotación de la que no se desentenderá ningún
locutor un poco despabilado, que no desee verse prestando simpatía por el
nazismo.
Por
eso, la elección del nombre propio debe responder a criterios extra lógicos de
tacto y de oportunidad. Ese nombre tiene el estatuto de un significante
retórico, caracterizado por su “nebulosidad”, según el término de Roland
Barthes. El efecto que es susceptible de tener sobre el público debe calcularse
de antemano. En el caso presente, la armonía de las palabras querría que frente
a BHL, se coloque el nombre de un intelectual de derecha más o menos
comparable, es decir, una persona notoria, actualmente activa, que tiene una
fácil acceso, incluso privilegiado, a los medios, listo para expresarse fuerte
y alto sobre las cuestiones de actualidad y los problemas del momento. Ahora bien,
¿quién es Alain de Benoist? Es un auténtico intelectual autodidacta de extrema
derecha. Es un autor prolífico. Es también alguien que hizo escuela, que tuvo
su hora de gloria en los años post 68, cuando Robert Hersant y Louis Pauwels le
confiaron a él, y a su grupo de “La Nueva Derecha”, la orientación y la
redacción de Le Figaro-magazine, que ilustraron en su época
François Mauriac y Raymond Aron. Sin embargo, su nombre no satisface de ningún
modo los requisitos que acabo de explicitar. De allí la sorpresa de Maria de
França. Lo que no quiere decir que la elección de ese nombre por parte de
Onfray sea inmotivada. Podemos explicarla, como lo hace Renaud Dély, por “los
puntos comunes y convergencias” entre Benoist y Onfray que pone en evidencia el
último número de la revista del Sr. Benoist, Elements (“Michel
Onfray y las “ideas justas” de Alain de Benoist”, Bibiobs, 9 de marzo). Sería
en suma, una justa compensación. Lo que no obsta que otro nombre diferente del
de Alain de Benoist hubiera venido a ubicarse naturalmente frente a BHL, sin
sorprender a nadie: el de Eric Zemmour. Él satisfacía perfectamente los
requisitos informales que he enumerado. De donde la hipótesis que ha habido en
las palabras de Onfray metáfora significante (en el sentido de Lacan). El
significante “Alain de Benoist” habría sustituido al de “Eric Zemmour”, el cual
“habría caído debajo”. En tanto que esta metáfora ocurrió, ¿cuál ha sido su
efecto de sentido?
1)
En lo que concierne a BHL, la metáfora opera por contaminación: lo manda a
reunirse con Alain de Benoist en la naftalina y en el olvido. Asociar a BHL con
Zemmour hubiera sido asociarlo a una dinámica muy actual y con mucho futuro;
asociarlo a Benoist, es ponerlo en pasado, enterrarlo, es el equivalente de un:
“¡Muera BHL!” o “¡Ya ha muerto BHL!”
2)
En lo que concierne al mismo Onfray, la metáfora opera inversamente por
descontaminación: asociar los nombres de BHL y de Zemmour hubiera asociado
correlativamente el nombre de Onfray al de Zemmour. De resultas, se habría
hecho visible que se trata para Onfray de dejar incomprendido al lector. Es lo
que vamos a examinar ahora.
4.
Como ser “de izquierda” a la derecha
Esto
es lo que llamo el quiasma de Onfray: mejor un análisis justo de Alain de
Benoist que un análisis injusto de BHL. Hasta el momento, lo hemos analizado
como tal, fuera de contexto. Reubiquémoslo ahora en el contexto de la
entrevista de Le Point de donde está extraído. El copete de
la redacción expresa sin maquillaje que Onfray está en una fase de transición,
de mudanza política, y no se sabe que el personaje, tan presto a rectificar
toda palabra que le concierne, haya juzgado bien manifestarse en este caso.
Texto: “el filósofo fustiga la izquierda bien pensante. Lo suficiente como para
que la derecha lo recupere…”. En efecto, Onfray está en ruta. Está migrando,
con todo lo necesario, de la izquierda a la derecha. Sin embargo, lo que hace a
la dificultad de la operación, es que Onfray sabe que no tiene interés por la
derecha más que si se une a ella permaneciendo como “un hombre de izquierda”.
En suma, le resta realizar esta hazaña: ser un “hombre de izquierda” a la
derecha, incluso “el hombre de izquierda” de la derecha. Esto exige: a) que la
derecha se defina como un lugar, y no como una clase de individuos; b) que,
contrariamente al dicho de Danton sobre la patria, Onfray pueda llevar la
izquierda en la suela de sus zapatos.
Una
condición puede satisfacer a estas dos exigencias a la vez. Es la que enuncia
el Sertorio de Corneille ante Pompeyo: “Roma ya no está en Roma, está donde yo
estoy”. Es la empresa de Onfray: demostrar que la izquierda no está más a la
izquierda, que está toda donde él esté. No soy yo el que abandona la izquierda,
vocifera Onfray, es ella, la garza, la que me abandona, y haciéndolo, se abandona
ella misma. Como lo señaló Baptiste Rossi, la izquierda de Onfray no es “ni la
izquierda burguesa-bohemia, ni la izquierda comunista, ni la izquierda liberal,
ni la izquierda islamista, ni la izquierda biempensante, ni la izquierda
zoófila, ni la izquierda Miterrand, ni la izquierda marxista, ni la izquierda
Sarkozy…” (“Michel Onfray, la mafia no pasará”, La regle du Jeu, 9 de marzo).
En su entrevista de Le Point, la rabia que Onfray emplea para
estigmatizar a todas las derivas de la izquierda lo conduce en efecto a definir
la izquierda por lo que no es. Esto equivale a transponer a la filosofía
política el procedimiento mayor de la teología negativa, cuyo primer teórico
fue, al final del siglo V el llamado Pseudo-Dionisio el Areopagita, “el padre de
la mística”. Señalo al pasar que es lamentable que el volumen de sus Obras
completas, traducidas hace tiempo en Aubier por Maurice de Gandillac, se
haya agotado. El apofatismo de Onfray en relación con la izquierda (Wikipédia;
del sustantivo griego apofhasis, del verbo apophemi, “negar”)
solo conoce un límite: Onfray mismo. Baptiste Rossi lo expresa con gracia:
“Podemos decir que la definición de la izquierda para Michel Onfray comienza en
Michel y se detiene en Onfray”.
Es
la solución del problema. Al estar la verdadera izquierda siempre allí donde
está Onfray, confundiéndose de algún modo con su persona, le es posible
comprometerse con la derecha, relacionarse, flirtear, follar con ella, incluso
hacerle hijos, sin dejar por ello de ser de izquierda. Hay allí una pérdida de
referencias, como lo señala Manuel Valls, pero no se debe a una eventual
desorientación de Onfray. Muy por el contrario, su táctica es desorientar. Para
lograr su instalación en la derecha como “hombre de izquierda”, le hace falta
confundir las pistas en torno de él. La idea es crear una situación turbia
donde nada pueda encontrarse.(1) El pasaje por el “cosmos” ayudara a ello. En
su novela 1984, Orwell imagina que el ministerio de la Verdad,
órgano de la propaganda del poder, machaca los tres slogans del Partido: “WAR
IS PEACE”, “FREEDOM IS SLAVERY”, “IGNORANCE IS STRENGTH”. Onfray, que se
difunde en casi todos los medios desde hace una semana, es en sí mismo un
pequeño ministerio de la Verdad a su servicio exclusivo. ¿Qué slogans subliminales
difunde? Algo como: “LA IZQUIERDA NO ES MÁS LA IZQUIERDA”, “LA DERECHA ES MUCHO
MÁS QUE LA DERECHA”, “ONFRAY DICE LO VERDADERO SOBRE LO VERDADERO”.
5. Flash
sobre el porvenir
1.-
Ahora que Onfray desplazó su hogar a la derecha, es tanto más urgente para él
reafirmar su identidad de hombre de izquierda. Le hará falta por lo tanto poner
el acento en algunos “marcadores” presumidos como de izquierda. Está su
antiliberalismo, pero no basta para hacer la diferencia. Antiliberal, el
conservador lo es igualmente. Ver por ejemplo la entrevista de Denis Tillinac
en Le Figaro del 14 de marzo, publicada con el título: “Si la
derecha es una versión liberal de la izquierda, morirá”. Antiliberal, el neo
fascista reformado lo es mucho más que el miembro medio del Partido socialista,
de allí el exabrupto de Alain de Benoist: “¡Me siento más a la izquierda que
Manuel Valls!”
Finalmente,
nadie que no sepa que el Front Nationales de ahora en más la
mayor fuerza política antiliberal del país, relegando detrás lejos a Mélenchon,
al Frente de izquierda, a los trotskystas. Onfray deberá por lo tanto mostrarse
inventivo. ¿Qué astucias encontrará para salvar su reputación de hombre de
izquierda? Arrojar oprobio sobre las izquierdas reales, está bien, pero es
insuficiente. Lo veré picotear entre los unos y los otros “verdades de
izquierda” a las cuales asociarse y darle su marca.
2-
¿Cuánto tiempo las izquierdas tardarán en registrar la deserción de Onfray?
El Obs parece haber hecho su duelo del poderoso plumitivo.
No es el caso de Liberación. Marianne es complaciente: le
alaban sus elucubraciones “cósmicas”; le ofrecen un espacio para dispararle a
Valls; el cronista literario deplora que los políticos se mezclen en “el debate
cultural”: es decir, en suma, “¡Valls, vaya a cucha!” Veamos cual será la
duración del tiempo para comprender en las personas un poco dura de orejas.
3.-
La derecha conservadora y la extrema derecha festejan el regreso del niño
pródigo. Vimos que Alain de Benoist, gran anticristiano ante el Eterno, armó
caballero a Onfray. En Le Point de esta semana, Christine
Boutin no se queda atrás: le perdona su ateísmo militante, pues su “voluntad de
buscar la verdad a partir de lo real se acerca a la encarnación cristiana”,
misterio incomprensible. Luego, ella cae desvanecida: “¡Incluso se atreve a
proclamar el final de la izquierda!” Giesbert no esconde ser “un viejo amigo”
de Onfray. Estrecha en sus brazos “al coloso” del que admira su potencia de
trabajo. Protege desde siempre a “nuestro Savonarola nacional”, perseguido, por
“los comisarios de la policía del pensamiento”. Defiende en Onfray, cree él, al
hijo de pobres, al provinciano y al hereje a la vez. La verdadera derecha
liberal y moderada no estará ciertamente en la misma longitud de onda que FOG,
su dandi. ¿El caso Onfray será una manzana de la discordia entre las derechas?
Habrá que mirar con lupa los “posicionamientos” de unos y otros.
6.
Por eso los Papúas
Sabemos
un poco más sobre Onfray. Queda aún el misterio papúa. ¿Tenemos ahora algo con
qué perforarlo? ¿De qué se trata en suma? De una pequeña broma no muy malvada.
Consiste en asimilar Saint Germain des Pres a una “aldea papúa”. Sabemos que
Saint Germain fue ironizada en los años de post guerra, luego durante las
guerras coloniales de indochina y sobre todo Argelia, como el barrio de la
izquierda intelectual de la capital, un poco como Greenwich Village (“the
village”)en New York o Bloomsbury en Londres en tiempos de Keynes, Lytton
Strachey, Virginia Wolff. Es una broma racista, por supuesto, pero que se
refiera más al sonido que al sentido. No podemos decir que “la etnia papúa”
estaría apuntada en tanto tal. Es la palabra “papúa” (papou) lo que cuenta, con
la aliteración interna de sus labiales “p…p…”, y el “uo” final que recuerda
esos “hou... hou…” cuyo significado va del llamado amistoso a la risa hostil.
No se trata por lo tanto de esos Papúas cuya cultura apasionó a los grandes
etnólogos, para nada. Es solo que en francés, por el espíritu de la lengua, se
liga un cierto ridículo a la palabra “papúa”, pero también una cierta ternura,
como en “papounet” diminutivo familiar de “papá”. Cuando se considera
a los intelectuales de Saint Germain como snobs, etéreos, incluso degenerados,
llamarlos “Papúas”, con un nombre que evoca en francés la significación general
del no civilizado, del salvaje, es cómico, todo el mundo comprende eso. Para
resumir, la broma de Onfray sobre los Papúas, mas franchute imposible. Es del
mejor estilo “los tres chiflados”. Es Michel Audiard. Todo el espíritu del anarquismo de derecha está allí.
7.- E
finita la commedia
Lancé
la palabra. No hay que aflojar: Onfray es de esta familia espiritual, que
ilustraron en literatura Anouilh, Marcel Aymé, Antoine Blondin, Celine, Michel
Déon, y señores menores. Es esta familia la que hizo de Saint Germain el objeto
electivo de su odio. Su blanco, durante la Ocupación, eran los “zazus” – ¡ah!
aquí están los ancestros de nuestros “papúas” – la juventud no conformista, que
vomitaba con Vichy, amaba el jazz y llevaba a veces la estrella amarilla por
solidaridad con los judíos (ver la noticia en Wikipedia). En seguida fueron los
“existencialistas” que nuestros anarcos de derecha vilipendiaron. Digo que
nadie que tenga una oreja literaria, y algún conocimiento de la historia del
país en el siglo XX, podría desconocer en Onfray al retoño de esta tradición
bien francesa. ¡El anarquismo de derecha! Su política es infame. La literatura
le debe muy bellas páginas, de grandes escritores. Su estilo y su concepción
del mundo impregnaron profundamente “la ideología francesa”. No hay que tratar
de amordazarla: es una parte del genio de Francia, de Gabin a Delon, de
los Pieds-Nickelés(2) al Viaje al fin de la noche,
del que Beauvoir decía en sus memorias: con Sartre, “nosotros sabíamos de
memoria un montón de pasajes. Su anarquismo nos parecía cercano del nuestro”.
Sí, entre el anarquismo de izquierda y el de derecha, al comienzo, siempre hay
intersecciones. “Hace falta tiempo” para que eso decante. Para Onfray, llegó la
hora. Lean su odiosa perorata contra la izquierda. Vean como execra a los
Rebespierre, los Marx, los Sartre. Vean su desprecio, por la intelligentzia y
por la “masa embrutecida”, aquella que “goza de la servidumbre voluntaria y
descendía a la calle como un solo hombre con el primer silbato mediático”
(en Le Point, nro 2216, p 40). Vean su “socialismo proudhoniano”,
utopía caza-bobos que nunca prosperó más que en los círculos de extrema derecha
(ver la historia del círculo Proudhon). Vean su postura de “pobre que aprieta
los puños”, ardiendo por tomar su revancha contra los burgueses, y caerles a
los herederos con su energía de “hijo del pueblo humillado. Caliban solo tiene
unas ganas: volverse Próspero. O más bien, tomar su lugar”. Véanlo hacer de
“fiera” perseguida por “la sociedad anónima de los imbéciles y de los
cabrones”. En esto, Giesbert, lo aprieta contra su corazón: teatro de la
amistad viril. “La moral anarquista de derecha se vive en una defensiva
permanente”.
Vean
la tendencia de su verbo a “la autobiografía generalizada, envolvente”, hasta
el punto que toma libre curso en su próximo opus, anunciado con el título
Cosmos. Vean su nostalgia reaccionaria, “su oposición al siglo” y,
simultáneamente, su convicción de que el triunfo de este mismo siglo es
“ineluctable”, que la aristocracia del espíritu está destinada a ser pisoteada
y vencida. Pues su populismo “es menos la elección deliberada de las víctimas
que la elección también deliberada de los vencidos”.
Finalmente,
“su ideal en la tierra, es el pabellón de piedra” – ahora llegó el éxito, “un
nuevo QG de la baja Normandía” en Caen, nos enseña Giesbert “y es el tipo
social del pequeño empresario, cuya imagen positiva recorre todos sus libros”.
Lo que mi discurso anafórico los invita a ver en Onfray, son los trazos que
dibujan una figura única y reconocible entre todas, la del anarquista de
derecha.
Sepan
que las citas que salpican mis líneas luego de la mención de Robespierre, Marx,
Sartre, fueron extraídas de un mismo libro: el ensayo del historiados Pascal
Ory. El anarquismo de derecha, aparecido en 1985, en Grasset. No se
trata de Onfray, cuyo primer libro es de 1988.
8.
Cósmico-cómico
Los
extractos de Cosmos que da Le Point de esta semana ya son
regocijantes. Onfray tiene la nostalgia de los años en que los hombres estaban
“en contacto directo con el cosmos, y su vida se reglaba con el mecanismo de
relojería impecable del Universo”. ¡Qué presunción de parte de los humanos,
esos pequeños minúsculos, haberse rebelado contra el orden de las cosas! “La
piedra obedece al cosmos, la planta, el animal también, por supuesto, pero no
el hombre.” Resumiendo, Bye Bye Kant, y lo que sigue. Es un discurso para Jean
Gabin. Onfray se supera sí mismo. Se encontró. Lo dice: “Es mi primer libro”.
Se contentaba hasta ahora con ser un quejoso reaccionario post-1789, al unísono
con el pensamiento contra revolucionario más puro, el pensamiento original de
la contra revolución, el más hostil a las Luces. Su emblema: la anguila
lucífuga. A buen entendedor…”. Entra aquí, amigo de mi corazón”, le dicen, Bonald
y Maistre, Maurras, y Pétain. 9. –
Nuevo flash Onfray: nuestro Joseph de
Maistre, el estilo en menos, la labia de Audiard en más. Zemmour, neo
bonapartista, puede pasar, en comparación con Onfray por un progresista. No,
Onfray no será “el hombre de izquierda” de la derecha. Ninguna posibilidad.
Será, ya lo es, el neo anarquista de derecha que la época esperaba. Energía,
aliento, astucia, encanto, carisma, descaro, queda bien en la tele: tiene todo
para perdurar.
NB:
la primera parte de este texto apareció en Le Point de esta semana, n° 2218, p.
59.
Traducción:
Silvia Baudini
Notas:
1-. La
fameuse chatte ne puisse retrouver ses petits, expresión que significa,
gran desorden, literalmente la famosa gata no pueda encontrar a sus gatitos.
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