El vuelo
Fernando Martin Aduriz
He visto estos días una película muy paradigmática de nuestra época. Se trata de Flight. Protagonizada por Denzel Washington aborda un vuelo de avión pilotado por un comandante muy particular. Un tipo incapaz de decirse la verdad, no estropearé el final. Incapaz de decirse la verdad es el nombre de muchos sujetos de nuestra época, que se mienten impunemente.
En este caso la mentira tiene que ver con su adicción a la bebida, aderezada con la habitual cocaína. Un cóctel de nuestra época, se diga abiertamente o sotto voce. Es finalmente lo que nos cuentan aquellos valientes que se desafían y se dicen la verdad.
De las adicciones más de ahora hay que recordar la de la adicción al culto al cuerpo, tildada de epidemia. Reconocer que se tiene esa adicción es un imposible, entre otras razones porque al ser muy extendida, al ser apoyada por la industria creada en torno al cuerpo: cirugías, escarificaciones, moda, gimnasios, spas, farmacopea, coachings varios, culto a la autoestima, técnicas para reforzar el imaginario yo….Todo ese cártel mercantil contribuye con su bombardeo publicitario a ese enganche con la adoración a la imagen exterior del cuerpo propio.
Pues bien, se requiere del concurso del héroe para salir de algunas adicciones muy publicitadas por la época. Lacan definía al héroe trágico como alguien que podía ser traicionado impunemente, y, como se muestra en Flight, es verdad que un héroe moderno es aquel que logra salir del circuito de la adicción, donde se encuentra en la más absoluta de las soledades, la que encierra al sujeto con su goce, donde está solo con su auténtica pareja de vida: su goce con el objeto con el que goza, sea éste la bebida, la coca, o su cuerpo propio.
Como el jugador que cree dominar su adicción, su pasión por perder; como el alcohólico, que se niega a reconocer que lo es; como el cocainómano, que cree poder salir a capricho; como cualquiera que ha tenido o tiene una adicción, tarde o temprano se topa con la culpa, con el tormento interior, pero esto no es garantía de nada. El sujeto puede sentirse culpable, pero no responsable.
El sujeto adicto comprueba en sus carnes que familia y amigos le abandonan, al constatar que prefiere como pareja a sus objetitos. Esta película lo constata.
Sólo un héroe, que se arriesgue a ser traicionado impunemente, alguien que heroicamente obligue al sujeto adicto a no mentirse impunemente, puede voltear la situación. Y ver los efectos de vida que tiene el no mentirse.
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