Desde allá, es una película Venezolana que se acaba de estrenar en T.A. Escrita y
dirigida por Lorenzo Vigas, nuevo director de cine, quien obtuvo en su debut el
premio León de oro en el festival de Venecia.
Armando, encarnado por Alfredo Castro, interpreta a un hombre de
50 años, que nunca se casó, mecánico de dentaduras postizas que soborna jóvenes
de las villa de Caracas, ofreciéndoles dinero a fin de prostituirlos usándolos
de objeto de goce para una practica masturbatoria. El director nos muestra desde allá, desde el pesquisa al padre
cuando en realidad él convoca la mirada del padre. Invadido de una impotencia de
encontrar al hombre, después de una ausencia pronunciada de este de Caracas.
El hecho vuelve en un mal encuentro entre Armando y uno de los jóvenes,
Elder; mal encuentro, que genera el desarrollo de los acontecimientos. Elder va
hasta la casa de Armando, y cuando se entera de que se trata, se resiste al
agravio de Armando, le llama maricón, lo ataca, le roba y se escapa. Armando
queda golpeado por el, lo vuelve a encontrar y lo invita a almorzar…, la
relación continua en otros términos. Hasta en una escena, donde Armando pesca
a Elder queriendo robarle en su propia casa, donde le dio albergo y cuidado
después de que Elder recibiese una paliza de los 4 hermanos de su novia que lo
dejaron casi muerto. Armando tomando un cuchillo lo torea con un gesto
intimidante y haciéndose él un tajo en la pierna le pregunta de manera provocativa a
Elder: dime ¿quién es el maricón? Después de hacerse el tajo que lo deja herido
le dice que si este no se va de la su casa, llamará a la policía. Elder deja el
departamento, y al llegar a la calle lo llama con desesperación, Elder; lo
llama desde la calle por primera vez por su nombre. Vuelve a la casa
desesperado, le pide a Armando que le deje asistirlo de la herida, al tiempo que
lo besa en la boca intrusivamente.
El escenario del film es la ciudad de Caracas hoy, dividida por las
leyes del mercado. La villa donde vive Elder con su madre, protagonizada por
una mujer atractiva que aparece en escena desempeñando el avatar de tener que
criar sola a los hermanos menores de Elder. El padre sabemos por un dialogo de él con Armando, está condenado en la cárcel por haber matado, porque sí, a un
amigo suyo… Elder trabaja en un taller mecánico y se beneficia de saqueos de
pandillas. Elder lleva a Armando a un fiesta de casamiento, a presentar a Armando
a sus allegados. La madre, que interpela a Armando con sospecha y curiosidad en
un primer momento, echa de la casa a su hijo cuando uno de sus compañeros de la
pandilla sorprende a Elder besando a Armando por la fuerza, en el toillete de
la fiesta. La noticia se propaga. Así, sus compañeros de crimen le escapan…, la
madre, lo expulsa.
El comentador de cine israelí, Uri Klein, escribe que la
madre expresa sin tapujos una homofobia cultural y social de Venezuela.… Este
comentario vulgar de Uri Klein me permite valerme de una reflexión de Vicente
Palomera que en un momento de crisis en la Escuela contribuyo a la conversación
con el siguiente comentario: Hay que colocarse del lado del error para
conducirlo a la verdad, diría Wittgenstein. (Observaciones a la Rama Dorada de
Frazer) Nosotros diremos "hay que colocarse del lado del malestar para revelar
el real en juego en él".
Uri Klein se da cuenta que no es una historia trivial. Como podría ser
aquella donde Elder revelaría su atracción gradual hacia un hombre. Ambos, dice,
tienen irresueltas cuestiones con sus padres y el rol que esto juega en el desarrollo
de la relación de carácter sexual de ambivalencia entre agresión y cordialidad
escribe él. Tampoco esta vez es un film que pretende transmitir solo el aspecto
de la dificultad metapsicológica.
El filme se situaría del lado en
que la época vive la pulsión. Por lo tanto es la ''…logificación de los Nombres
del Padre la que nos permite despejar el real en juego (…) al estar
advertidos" lo que en la pagina, 128-129 del "L'Enverso de la Biopolitica,
una escritura por el goce", constata Eric Laurent, el hecho que "… Lacan no lo ignora
cuando el evoca la voluntad -que no concierne solamente a los masoquistas
perversos- de compartir el dolor (…) donde interviene la reiteración del pánico
en la dialéctica de los bienes: él anuncia ya la época en la cual nosotros
somos, quienes compartimos el dolor masoquista en la economía de los
bienes (…) desde que es lógico que haya sido en los Estados Unidos que haya
aparecido la idea que es urgente, en la cultura de la liberación sexual
compartir el dolor de las practicas SM, famosos años seventies donde son
puestos a punto el discurso y las practicas de radicabilidad de SM masculino en
El Castro (no Raúl que le estrecha la mano del presidente Obama, sino El Casto
del barrio de San Francisco). El pasaje del masoquismo marginal al masoquismo de
masa que pega bien con ese compartir el dolor que luego puede endulzarse para
advenir esa cosa esfumada de los Cinquante nuances de Grey, listo a llevar el
agua de rosas, de ahora en más abierto al gran publico. Nosotros estamos en el
apres-coup de la posibilidad en acto de esta democratización sobre el mercado
capitalista de los modos de gozar".
Así, el real en juego que se vislumbra en el film, allí donde Elder sufre
la humillación de ser desertado por la pandilla y el nidui al cual su madre lo
somete. Se trata de un decir paradigmático encarnado por el director: más que
una expresión de homofobia, es justamente un no a la democratización de los
modos de goce… El desenlace es inquietante.
El filme me revelo cómo el lenguaje no cubre lo que el odio al padre
quiere decir si lo concebimos como antagónico al amor al padre. Si como la
época vive la pulsión, en tanto es el odio al padre lo que este filme aclara,
también por el hecho de que no esta articulado, -hecho explicito-, es el odio al
padre en cuanto síntoma, versión de un rechazo del inconsciente, así se instala
no en relación al amor sino en relación a la Unglauben. Es un odio al padre en
tanto síntoma, un odio que rechaza el inconciente. En un tiempo de fundamental
increencia, titulo de un reciente trabajo publicado en The lacanian Review por
Dalila Arpin: ella dice, pagina 72: (…) desde que nos enfrentamos con el gran desorden de
lo real, las soluciones contemporáneas proclaman, no la aparición de creencias,
más bien la búsqueda de certitudes. Siguiendo Freud y a Lacan, se verifica que
la certitud, es distinta que la creencia, es esencia de la increencia(…). En ese sentido el filme
anuncia una recomposición de este genero de expresión al tomar la base en
ninguna ideología sino la vida de la pulsión.
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