Capitalismo hasta en la sopa. El capitalismo parece haberse introducido ya en cualquier esfera de la subjetividad humana y, evidentemente, no se ha olvidado del sexo. En realidad, este “capitalismo hasta en el sexo” no es nuevo: la prostitución, las alianzas matrimoniales o los regalos para las amantes los vemos ya desde hace varios siglos. La historia de la cultura da buena cuenta de ello. Encontraríamos numerosos casos en la literatura y las artes, por ejemplo.
Pero situémonos en el siglo XXI. ¿Qué hay de nuevo
entre sexo y capitalismo? ¿Existen nuevos fenómenos en lo social que anudan
sexualidad y discurso capitalista? Intentaremos esbozar, si no la respuesta, al
menos la dirección de una búsqueda.
El (des)encuentro entre los
cuerpos
"El Imperio de los sin sexo" [1]. es un documental
del programa Documentos TV de TVE que nos relata el hecho de que Japón
tiene el récord mundial de abstinencia sexual, pero la industria
pornográfica es muy lucrativa. Fumiyo es un hombre de 40 años que lleva
tres, sin mantener relaciones sexuales con su novia. Según relata él mismo: “cuando
empecé a salir con mi novia hacíamos el amor todos los días pero después, cuando
terminó la pasión, no me atrevía a contarle mis fantasías sexuales. Entonces me
di cuenta que las películas porno eran más divertidas y que los sex shops eran
más prácticos”.
Que este hombre no haga el amor con su novia no
quiere decir que haya renunciado al sexo. Acude a menudo a lo que en Japón se
conoce como video-box para ver, en una sala solitaria, películas porno y
desplegar ahí su actividad sexual. No es el único. En Tokio se cuentan casi 500
cabinas de este tipo a las que acuden hombres a diario. Fumiyo cuenta algo más:
“Para obtener placer no tengo que hacer el amor. Me basta con eyacular. Si
me preguntan porqué se me hace tan pesado tener que hacer el amor quizás sea
porque, cuando hago el amor a una chica, no puedo evitar pensar en su placer.
Al final, me pasa como con mi novia”.
Jacques-Alain Miller nos presenta una posible
orientación sobre el tema del porno en su texto "El inconsciente y el cuerpo
hablante"[2]: “¿Qué es el porno sino un fantasma filmado con la
variedad apropiada para satisfacer los apetitos perversos en su diversidad? No
hay mejor muestra de la ausencia de relación sexual en lo real que
la profusión imaginaria de cuerpos entregados a darse y a aferrarse. (…) De
vuelta de Italia, tras una gira por las iglesias que Lacan llamaba
bellamente una orgía, advertía en su Seminario Aun:
“todo es exhibición de cuerpos que evocan el goce” –este es el punto en
que nos encontramos en el porno. Sin embargo, la exhibición religiosa de los
cuerpos extasiados deja siempre fuera de su campo la copulación misma, del
mismo modo que la copulación está fuera de campo, dice
Lacan, en la realidad humana”.
En el testimonio de Fumiyo vislumbramos algo de la
angustia que supone encontrase con el otro cuerpo y su goce. Según parece, para
él es “más cómodo” pagar para entrar en un vídeo-box y satisfacerse con un goce
auto-erótico centrado en la pornografía que encontrase con el cuerpo y el goce
femenino. El imperativo de la imagen gana la partida.
Capitalismo de los afectos
Sin movernos de Japón seguimos en Tokio para hablar
ahora de otro documental. "Alquila una familia S.A" [3], nos
presenta la historia de Ryuichi Ichinokawa y su curiosa forma de vida. Ryuichi
es un hombre japonés de 44 años. Está casado, es padre de dos hijos y cada día
va a trabajar a la oficina de correos. Desde fuera, la familia Ichinokawa
parece llevar una vida aparentemente “normal”. Sin embargo, hay un lado secreto
de Ryuichi incluso desconocido para su familia: posee una empresa llamada
Hagemashi Tai (“quiero levantarte el ánimo”), uno de los negocios más
peculiares de Japón, dedicado al alquiler de parientes, amigos, colegas o
parejas falsas. A lo largo del documental se van desgranando varios
temas: los sujetos alquilan los servicios de la empresa para esconder un
secreto, o bien para mantener un simulacro que les ayudará a conseguir algo que
supuestamente quieren pero no tienen en la realidad. El dinero es el vehículo
para conseguirlo. Si no se tiene una familia estereotipadamente feliz, se puede
comprar.
Además de empresas como las de Ryuichi, en Japón,
existe también un negocio paralelo a la industria del sexo [4].
Se ofrecen servicios como Moedate, que asegura proporcionar experiencias
emocionales de romance real donde las relaciones sexuales quedan prohibidas.
En EEUU existen los denominados cuddlers o
abrazadores profesionales. Es el caso de Samantha Hess, que ofrece contacto
físico a 45 euros la hora. Las personas que pagan por los servicios de la
empresa "Cuddle Up to Me" priorizan los mimos y el cariño a las relaciones
sexuales.
¿Ante una sociedad donde el sexo está presente y
ofertado como mercancía por todos lados qué ocurre con los afectos? Afectados
están, por supuesto. Freud nos habla en su texto Tres ensayos de teoría
sexual [5] de la inhibición, por ejemplo. ¿Qué ocurre con esos diques de
contención (el asco, la vergüenza, la moral) de los que nos habla Freud ya a
los inicios del año 1900? ¿Han desaparecido estos diques en la actualidad? ¿Se trataría
más bien de un desplazamiento que se enlaza por el lado de lo afectivo? Sea
como sea de esto se aprovecha también el capitalismo. No todos los sujetos
están dispuestos a consumir el sexo como mercancía. Algunos estarían dispuestos
a pagar para que los abracen como a un bebe. Algunos He ahí lo que vengo a
llamar el capitalismo de los afectos.
Volviendo al testimonio de Ryuichi, vemos que esconde
en su síntoma en forma de empresa que “levanta el ánimo” un secreto a su propia
familia. Según él sus servicios tienen el objetivo de “ayudar a sus clientes
para que se acerquen a la felicidad”. ¿Vendría el dinero a tapar esa falta
en ser de la que nos habla Lacan? En cualquier caso se impone un segundo
imperativo de la época, el de la felicidad o del todo es posible.
La dimensión de la previsión y el
cálculo
Un estudio [6]
asegura que, correlacionando datos de usuarios de redes sociales, su algoritmo
puede llegar a predecir la “orientación sexual” de un sujeto. Junto al
capitalismo encontramos hoy el denominado Big Data, o el análisis de datos,
supuestamente capaz de predecirlo todo. Todo. Incluso las “preferencias
sexuales”. Pero el reduccionismo tecnológico se extiende también a otros
campos. La genética sería otro de ellos. Singldout [7]
es una página web de citas que ofrece la promesa de encontrar al “partenaire
perfecto” mediante un test de ADN. Aseguran que se puede encontrar pareja
mediante lo que ellos denominan “compatibilidad biológica”. Hecho y pagado el
test, en una semana los resultados aparecen en el perfil del usuario y pueden
ser comparados con los resultados de otros, con la finalidad de garantizar el
“encuentro perfecto”. La página, obviamente, está patrocinada por unos
laboratorios químicos que se encargan de elaborar el test genético con la
máxima celeridad posible.
En Silicon Valley encontramos otro ejemplo de la
dimensión de la previsión y el cálculo. Apple y Facebook pagarán la congelación
de óvulos a las empleadas que lo soliciten [8].
Según las dos empresas, la medida tiene el objetivo de aumentar la presencia de
las mujeres en Silicon Valley. Bajo esta idea falsa de supuesta igualdad
podríamos debatir varios puntos. El que me interesa destacar es cómo el
capitalismo invade la esfera de la maternidad queriendo controlar también la
vida de los sujetos. ¿También cuando van a tener hijos?
En el artículo ‘El porvenir de una ilusión: el culto
de la previsión’ [9], Eric Laurent nos orienta sobre esta dimensión del cálculo
y la previsión: “Los algoritmos del cálculo masivo de lo íntimo (…)
matan al sujeto porque ya no le dejan ningún lugar para una angustia integrante
de la soledad del acto. (…) Algunos están encantados de una manera casi maníaca
por el reacomodamiento de la gestión de las poblaciones debido a un futuro
eternamente previsible. Estaríamos finalmente en condiciones de evacuar el
problema de los futuros contingentes”.
Los algoritmos del Big Data o la genética como
promesa para encontrar al “partenaire perfecto” nos hablan de un
tercer imperativo contemporáneo ligado al neocapitalismo: el del cientificismo.
Oscar Masotta en su libro Lecciones de introducción
al psicoanálisis [10] escribe una frase que nos sitúa en un punto clave para
entender la problemática que para el sujeto supone el sexo. Su frase casi a
modo de trabalenguas dice así: “El sujeto no sabe sobre aquello que está en el
origen de los síntomas que soporta (he ahí al inconsciente) porque nada quiere
saber de que no puede saber que no hay Saber sobre lo sexual”.
Masotta nos presenta aquí, de una manera muy clara,
la dimensión enigmática del sexo. A ese respecto sigue su exposición diciendo: “O bien las cosas sexuales deben ser incluidas en la
clase de las cosas ininteligibles, o bien hay cosas sexuales que nos introducen
a la idea de que son enigmáticas. Pero un enigma no es un ininteligible, sino
algo que plantea una cuestión y exige una respuesta”.
Llegados a este punto y volviendo a la pregunta del
inicio. ¿Qué hay de nuevo entre sexo y discurso capitalista? Hemos visto a lo
largo de este recorrido en lo social la presencia de tres imperativos: el de la
imagen; el de la felicidad y el todo es posible; y el del cientificismo. ¿Nos
hablan estos tres imperativos del binomio sexo y capitalismo de hoy?
Probablemente, pero no únicamente. Los tres tienen en común la insistencia
ilusoria que la relación entre los sexos fuera posible, armónica, placentera.
Ignoran también la dimensión enigmática del sexo y con ello al inconsciente.
Pero el enigma del sexo persiste. ¿O acaso Fumiyo, Ryuichi y otros tantos
testimonios que podríamos citar saben algo de este enigma? Dicho enigma
persiste en el hombre, persiste también en la mujer que, como diría Oscar
Masotta, “es más recóndita que el camino por donde en el agua pasa el pez”
[11].
El enigma del sexo tiene también algo de recóndito, aunque el discurso
capitalista y sus “nuevas eróticas” e imperativos se empeñen en ignorarlo. Pero
no podemos precipitarnos porque aunque en lo social observemos que el capitalismo
y con él el dinero parecieran invadirlo todo, habría que desmenuzar qué
significación tiene la palabra “ dinero” para cada uno de los sujetos citados.
Su biografía, seguramente, nos daría algunas de las coordenadas para encontrar
una respuesta.
Marta Berenguer. Periodista y Participante de la
Sección Clínica de Barcelona (SCB) del Instituto del Campo Freudiano.
*Texto presentado en el Espacio de la Comunidad de
Cataluña-ELP, preparatorio de las XIIIªJornadas de la ELP. Cartel: “Sexo y discurso capitalista”.
Notas:
1. Documental El Imperio de los sin
sexo. Documentos TV de TVE.
2. Miller, Jacques-Alain. El
inconsciente y el cuerpo hablante. Publicado en la Web de la AMP:
Wapol.org.
3. Documental Alquila una familia
S.A.
4. Artículo El País: No
quiero sexo, mejor abrázame.
5. Freud, Sigmund. Tres ensayos de teoría sexual
y otras obras (1901 – 1905). Amorrortu Editores. Volumen. VII.
6. Artículo El País: Las
redes sociales pueden inferir en la orientación sexual de sus usuarios.
7. Artículo Daily Mail: Using DNA to find a perfect mate?.
8. Artículo Huffington Post: Apple
y Facebook pagarán la congelación de óvulos de sus empleadas.
9. Laurent, Eric: El porvenir de una ilusión: el
culto de la previsión. En El goce sin rostro. Editorial Tres
Haches. Pág 265 a 277.
10. Masotta, Oscar. Lecciones de Introducción al
Psicoanálisis. Gedisa Editorial. Pág. 29.
11. Masotta, Oscar. El
modelo pulsional. Catálogos Editora. Pág. 41.
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