14 de dezembro de 2010

Boletín a-posteriori Nº13


Ecos epistémicos, clínicos y políticos

Todos los miembros y asociados de la NEL están invitados a participar en este boletín con sus textos, comentarios, testimonios y observaciones sobre las VI Jornadas de la NEL “El laberinto de las identificaciones”, realizado en Bogotá los días 5, 6 y 7 de noviembre de 2010.

Moderadoras: Piedad Ortega de Spurrier y Clara María Holguín

En esta ocasión Helena Arrubla de la NEL-Medellín nos presenta una reflexión sobre lo contemporáneo y el lugar del psicoanálisis.

SER O NO SER, UNA DISYUNTIVA CONTEMPORÁNEA PARA EL PSICOANALISIS

¿Cómo ser y no ser? ¿Cómo estar y no estar? ¿Cómo no proyectarse desde la distancia? ¿Cómo no jugar a ser Dios y estar en varias partes? ¿Cómo negarse a tenerlo todo? ¿Cómo decir no al exceso de goce que produce el imaginario del “todo” actual? ¿Cómo ser cauto y no ser un gozador del todo posible? Como las sombras de la caverna de Platón desde la antigüedad, desde que el mundo es mundo, el “más allá del principio del placer” ha estado presente en la humanidad, de una forma u otra, toda época refiere la necesidad del sujeto de tratar de encontrar un lugar en el mundo para habitar, para ello el lenguaje, la pregunta y a través de ella, el acto. El sujeto siempre ha tenido la necesidad de buscar una forma de reencontrarse con la causa primera, de responderse por el origen y fundamento de su existencia. En ese intento, el sujeto no ha escatimado esfuerzos en lo que a formas de responderse se refiere, sin importar la más de las veces, el riesgo que le representen. Aun así, es imposible no darse cuenta de que las formas de goce que median actualmente los actos de los sujetos se han transformado de manera acentuada, especialmente si nos referimos al paradigma económico, político, social, tecnológico y por supuesto sexual de la época, en donde el goce, es por el goce mismo, sin mediación alguna de la ley, real sin ley como lo diría Lacan.

Una nueva era de goce se ha instalado en el sujeto contemporáneo y nos obliga a preguntarnos por la realidad, nos obliga a repensar el mundo, a comprenderlo mejor. El psicoanálisis no puede ser ajeno a ello, todo lo contrario, debe de incorporar a su saber y a su hacer este acontecer que se refleja en los síntomas que exhiben los sujetos a nivel mundial. Una de las variadas formas de representación sintomática contemporánea por ejemplo, es la de la comunicación, la virtual, la cual, en su sentido más amplio le ha permitido al sujeto de hoy poder programar un mundo de sistemas interconectados por vínculos, por medio de los cuales encontrar respuestas, respuestas que supuestamente responden a todos los interrogantes y sufrimientos que le son inherentes a la existencia humana, dicho proceder, ha terminado por sesgar y acortar la posibilidad de las preguntas por el ser, por lo que le es connatural al sujeto, la pregunta por sí mismo.

Esta poderosa “magia” de la nueva era de las comunicaciones y de la tecnología, de manera asombrosa ha logrado sentar a la población mundial entera frente a una “cosa” que no razona, un ordenador, esto con la formidable noticia de que de ella surgen todas las respuestas posibles que pudiesen pensarse, de que en ella habita el todo, hasta la posibilidad de poseer el don de la ubicuidad. (Relaciones afectivas a modo virtual, relaciones sexuales a modo virtual en su más amplio sentido posible, juegos simuladores de guerra, compra y ventas de objetos. Etc.) No obstante, este discurso que deviene del amo capital, engrosa este imaginario en los sujetos produciendo día a día un sinnúmero de objetos y posibilidades que empujan al goce autista desprovisto de sentido, en donde el tener es sinónimo de ser. El futuro nos habita en el presente, es tan rápido que es como si ya estuviera entre nosotros, es un fluir de devaneos, un fluir de imaginación y quimera. Lo que significa que para los interesados en el psicoanálisis, la época contemporánea está dejando por fuera las otras dos dimensiones de la tripartita de los tres registros Lacanianos, real y simbólico.

Muestra de ello, ha sido la escucha de la exposición de ciertos trabajos clínicos presentados en el “VI Congreso de psicoanálisis del Laberinto de las Identificaciones” ocurrido el pasado mes de noviembre en la ciudad de Bogotá-Colombia, ya que, en estos casos se evidencio que, un número considerable de los sujetos que asisten a la consulta psicoanalítica en los países participantes al evento, acuden principalmente con el fin de endosar por medio de la transferencia con el psicoanalista, la pregunta por el ser que en la actualidad se encuentra regida bajo los parámetros del tener. Esta pregunta por el ser o pregunta primera como he decidido llamarla y que enuncio de la siguiente manera: ¿Quién soy yo y quién soy yo para el otro? se dio un lugar bastante privilegiado allí por medio de lo dicho acerca de lo que los sujetos analizantes demandaban a los psicoanalistas de su saber, es decir, una explicación por la “cosa” que hace intercepción en la vida actual, cosa mediada por la tenencia de objetos y con ellos la ilusión de la felicidad, imaginario falseado nacido del capitalismo y convertido en ley y paradigma en la contemporaneidad.

La mención anterior al “VI Congreso de psicoanálisis del Laberinto de las Identificaciones”, necesariamente remite a las múltiples reflexiones Lacanianas en torno a la ética del psicoanálisis y el que hacer del mismo frente al goce del sujeto contemporáneo, ya que, si se reconsidera la fuerza estructural que poseen los procesos de identificación en el sujeto, necesariamente se llegaría a un lugar en donde la apuesta actual de la sociedad, está dando más que otra cosa, identificaciones a lo material, a la tenencia de bienes, lo cual, sin lugar a dudas lleva al sujeto al sinsentido. Sinsentido que no está ahora nada lejano, ya que, como se puede observar en la clínica actual, se ha ido instalando de manera lenta y soslayada en el discurso y accionar cotidiano de los sujetos niños, niñas y jóvenes.

Este sinsentido, que es una de las formas más escuchadas hoy día por medio de los actos de los niños, niñas y jóvenes, llega a mí experiencia por varios canales, uno de ellos es el discurso académico que comparto con algunos alumnos de una Universidad. El otro, es en la clínica con niños, niñas y jóvenes. Con respecto a lo académico, puedo dar fe de que, en los discursos orales y escritos de los estudiantes Universitarios, se puede leer un cierto rasgo de “desasosiego y falta de sentido en sus existencias”. Frases como: “Que pereza, a mí nada me gusta” “No estoy contento, ni me acomodo en ninguna carrera” “No hay nada nuevo por hacer o por vivir,” “Todo lo que se hace en la vida es normal”, “Nada tiene límites, todo se vale y se puede” Provocan realmente un enigma frente a la forma en que los jóvenes ven, sienten y asumen la vida en la contemporaneidad. Sin embargo, es tarea de mi elección descifrar un más allá en estas palabras, por ejemplo que, no hay allí otra cosa que el reclamo de ley y el pedido de límite en la figura del maestro supuesto saber, o por lo menos lo que queda de ella. Ya en la clínica, que no es tan diferente, puesto que prevalece la figura del supuesto saber, escucho cosas similares, por ejemplo, hace poco me decía un jóven de 18 años, que él ya no tenía nada más por hacer en la vida, que no tenía más emociones por recorrer o sentir, ya que todo lo que había deseado hasta el momento le había sido permitido por sus padres, esto es: deportes extremos, sexo (incluyendo el virtual), drogas de todo tipo, sociedades virtuales, fraude con notas. Etc. Con respecto a éste jóven, se dirá que, él llega a mi consulta en busca de sentido, de norma, de límites, todo ello por medio de un acto ético, ya que acude es por su propia cuenta, él tocó a mi puerta en busca de ley.

Tal parece que, la “cosa ley” cambió de orden con el paradigma del “nada por nada” del goce actual. Ya hasta los mismos jóvenes son conscientes de la caída del paradigma del padre, de la ausencia del padre, de la muerte de Dios. Antiguamente eran los adultos los que propiciaban y asistían a todo tipo de reflexiones frente a la temática, hoy día son los chicos los que la reclaman. Verbo y gracia, este año en una charla de sexualidad ofrecida a jóvenes de una Institución educativa, los chicos asistentes coincidían en expresar que, les gustaría “poder ser de nuevo los que tuviesen la iniciativa en el encuentro sexual con las niñas y no que fuesen ellas las que lo arreglaran todo” También, ellos hicieron alusión, a la ausencia de flirteo y lenguaje en el encuentro con el otro en la época que les correspondido vivir, ellos expusieron literalmente que: “Todo es muy fácil, no hay que esforzarse mucho para conseguir lo que se quiere” Frase que necesariamente nos remite a la falta de velo en la sexualidad actual, a la perversión globalizada de la sexualidad que supo producir el paradigma capitalista, especialmente mediado por la demanda alocada ofrecida por la tecnología virtual.

Por todo lo anterior se considera que, la clínica psicoanalítica actual requiere de una agudeza y destreza mayores para maniobrar que las de las épocas anteriores, ya que, es evidente que el goce del sujeto ha cambiado, por lo tanto ha cambiado la demanda misma del sujeto. Hoy día ya no solo es posible hablar en el orden de la clínica de las estructuras, ya que estas a su vez se han ido convirtiendo en inclasificables, o en el orden de la clínica de lo real, sino también, habría que comenzar a enfatizar en la clínica del goce autista, del goce sin sentido, puerta de entrada a la perversión en masas que acciono el imperativo capitalista y que requiere de una intervención apresurada por parte de las disciplinas sociales. Así entonces, la práctica psicoanalítica ha de reevaluar por su parte, la evaluación o diagnóstico del deseo en el sujeto, ya que, no solo el deseo no es cuantificable, ni mucho menos medible, si no que, cuando el deseo se presenta como un “todo posible” a lo que está apuntando es a la ausencia de límite. Es importante entonces, como lo diría Lacan, recurrir a la introducción de la dimensión del Otro, a la dimensión de la alteridad, ya que en la dinámica tripartita de imaginario, simbólico y real, retomando la enseñanza Freudiana de acuerdo al menos uno/todos, sería la única posibilidad de habitar este gozador mundo y darle continuidad ética desde el límite, desde el “no todo”.

Una de las cosas que se pueden notar en la enseñanza del psicoanálisis con respecto a la época actual, es que, si bien las formas de goce del sujeto son dialécticas y están en concordancia con la cultura y con los diferentes momentos históricos, es decir que se transforman, que son cambiantes, también enseña que, lo propio de esta disciplina es el reflexionar, el aportar y el trabajar en torno al tema del que-hacer frente a esas formas de goce que exhiben los sujetos en el presente, especialmente cuando estas formas remiten es a lo más mortífero del sujeto, la nada, una nada disfrazada de todo en donde sin refreno o límite alguno, el sujeto se ve interrogado en su mayor grado, más por el tener que por el ser, encrucijada bastante falseada y compleja de abordar, ya que cada cultura en el mundo se debe a su momento y de cualquier forma la cultura prima.

Con este acontecer “entre el sujeto y el goce” como refiere Miller, es pertinente citar la frase de Lacan de su seminario 7 de la Ética del Psicoanálisis, en la cual hace referencia a la época actual, anotando que: "El movimiento en el cual es arrastrado el mundo en que vivimos promoviendo hasta sus últimas consecuencias la instalación del servicio de los bienes, implica una amputación, sacrificios, a saber, este estilo de puritanismo en la relación con el deseo que se instaló históricamente", frase ésta que luego vuelve a sintetizar al final del mismo seminario con la expresión de: "No hay más vergüenza". Significante que además utilizará de nuevo para dar inicio a su última lección del Seminario 17 El Reverso del Psicoanálisis, de la siguiente manera: "Es preciso decirlo, morir de vergüenza es un efecto que rara vez se consigue" Estas frases por demás, han sido interpretadas y analizadas por Jacques Alain Miller, quien por ejemplo en su Nota Sobre la Vergüenza, publicada por la EOL, destaca principalmente a “La desaparición de la vergüenza” que señalara Lacan en la época contemporánea, como uno de los síntomas álgidos del tiempo en que vivimos, además declara que, esa falta de vergüenza está en concordancia con la muerte de la mirada de Dios; él refiere lo siguiente al respecto: “La desvergüenza es la puesta en escena de las consecuencias de esa muerte”. Esta disquisición Millerniana frente a la posición de Lacan de la crisis del hombre contemporáneo, nos pone frente a la reconsideración del que hacer psicoanalítico y filosófico del goce autista que abate la condición del sujeto actual, en el cual prima la desvergüenza, esto por demás, señala una luz en lo concerniente a la práctica clínica que lego Lacan con respecto a la importancia del pasar del S1, padre del nombre del goce, al S2 que es el que permite producir significación al sujeto, el Nombre-del-Padre.

Ahora, la desvergüenza del hombre actual citada por los autores anteriores, se puede analogar al remplazo del padre simbólico e imaginario, por el del padre consumo, el padre real, el capitalismo, él cual, con su plusvalico proceder ha falseado el lugar de la ley que otrora le perteneciera al padre, a Dios. Este lugar entonces es representado por el todo, por la completud. Sin embargo, esa apuesta de completud lo que ha encarnado es la presencia constante del fracaso en el sujeto, ya que, él mismo ante la realidad de esta vana promesa se ha replegado en el lugar de la nada, lugar de no pensar para no ser, o en el mejor de los casos, en accionar de manera lastimera las teclas de un ordenador en busca de sentido, de respuestas. Entonces, ¿cómo poder promover una rectificación en el sujeto contemporáneo desde el dispositivo psicoanalítico con la enorme sombra del discurso capitalista encima? En sentido lacaniano se podría decir que, una posible solución para lo excesivo del goce es la identificación a un significante que nombre al sujeto, que lo haga ser y existir, es decir, una identificación con un ideal no todo, un ideal con tachadura inserta que ponga en falta. Con lo cual, el sujeto contemporáneo podría reconstruir el padre con la forma de un pacto de intercambio de goce, lo que sin lugar a dudas daría un viro al sinsentido, un viro que aun cuando en él prevalezca el malestar de los sujetos en relación con el padre, posibilitaría de nuevo la vergüenza, el límite, el no todo que le es propio al sujeto, de allí la ética.

Helena Arrubla


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