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Ecos epistémicos, clínicos y políticos
Todos los miembros y asociados de la NEL están invitados a participar en este boletín con sus textos, comentarios, testimonios y observaciones sobre las VI Jornadas de la NEL “El laberinto de las identificaciones”, realizado en Bogotá los días 5, 6 y 7 de noviembre de 2010.
Moderadoras: Piedad Ortega de Spurrier y Clara María Holguín
También las voces de Claudia Velásquez de la NEL-Medellín y Mónica Pelliza, de la Delegación Cochabamba, resuenan haciendo eco al cierre y la apertura ya señalada por Piedad de Spurrier. La primera nos permite concluir: entre lo fugaz (el efecto) y lo que queda, (el producto); la segunda, relanza al trabajo compartiendo una reflexión entre la identificación y el fenómeno psicosomático.
Entonces no un cierre definitivo, pero si una conclusión que nos pone al trabajo, trabajo que orientaremos a partir de este momento hacia el V Encuentro Americano: La salud para todos no sin la locura de cada uno.
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Efecto y Producto
Dos aspectos quisiera anotar relativos a las Jornadas: uno en lo que hace a sus efectos y otro al producto. Así, concibo los efectos más del orden del instante fugaz, y allí sitúo el entusiasmo, el espíritu de comunidad, el afecto alegre del encuentro, la ilusión de entendimiento; todo ello estuvo presente y es importante para la vida comunitaria, en la medida en que a pesar de su carácter efímero se enlaza a un producto. Concibo el producto como lo que queda, permanece y se sedimenta, por tanto, lo que se puede recoger, poner a circular y producir. En el producto sitúo lo siguiente:
Una política de la enunciación, no sin el horizonte del pase.
Una clínica de la salida del laberinto de las identificaciones, no sin “no hay salida” del vacío que hace al sinthome.
Una ética del sujeto del goce, no sin los otros.
Claudia Velásquez
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La Identificación y el Fenómeno Psicosomático
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El objetivo de este trabajo es reflexionar sobre la identificación y el fenómeno psicosomático.
En el Seminario 11 (1964) Lacan produce dos conceptos lógicos que dan cuenta de la constitución del sujeto. En la alienación se trata de que el sujeto queda atrapado, identificado a un significante único, que por sí sólo no significa nada. Cuando el S1 encuentra al S2, significante del sentido, por retroacción se puede pensar en la representación del sujeto como efecto de significación. Se identifica a un significante que le provee el Otro. La separación muestra que en el curso de hacerse presente el sujeto se pone en falta al Otro, y de esta operación queda un resto, el objeto a.
La holofrase, como es planteada en el Seminario 11, responde a una solidificación del primer par significante. En la psicosomática se advierte un defecto en la afánisis del sujeto, de un S1 que no remite a un S2 del sentido. Por lo tanto, S1 no representa al sujeto para un S2. “El objeto a por esta razón no cae, no se desprende y queda inscripto como goce en el cuerpo bajo la forma de una estructura bizarra”. “La libido queda presa al cuerpo…unida al cuerpo como goce”. (Bernardino Horne)
En la Conferencia en Ginebra (1975) Lacan hace pensar que en el fenómeno psicosomático se pone en juego un congelamiento del S1, del Uno tomado como letra. Se trata de una escritura en el cuerpo, un jeroglífico no descifrable. Toma al cuerpo como “marbete, como portando el nombre propio”. Es en el rasgo unario donde se juega la cuestión de lo escrito. “El cuerpo en el significante hace rasgo y rasgo que es un Uno”. Hay una fijación y un goce específico en el fenómeno psicosomático.
Es interesante poner en consideración al S1. En Los Signos del Goce, Jaques- Alain Miller plantea “…todo S1 puede representar al sujeto… es lo que hace el discurso del amo, pero también puede no representarlo y escribirse con una letra”. En definitiva se trata de Uno sin el Otro, sin el inconsciente, sin el espacio del sentido, sin el S2.
Lacan define que en el fenómeno psicosomático “el A es el cuerpo, no hay A del significante, el lugar del A es ocupado por el propio cuerpo”. A propósito del fenómeno psicosomático Miller aclara que “…aquí es el cuerpo como Otro el que viene a tomar nota de lo que ha tenido lugar, en esa ligazón ambigua con el acontecimiento traumático”.
Una viñeta para pensar: Se presenta una mujer joven que demanda porque quiere “mejorar la piel”, presenta granitos en la piel: deja de salir a la calle, abandona el trabajo porque quiere tener una piel plana sin granitos. Dice que la piel se le pone morada y se marchita.
La piel puede pensarse como aquello que vela y cubre a la carne, en un punto tiene un valor de imagen. Lacan dice en la Conferencia en Ginebra: “El hombre está capturado por la imagen de su cuerpo” y…”el cuerpo adquiere su peso por la vía de la mirada…” Luego sigue: “El hombre piensa con las palabras. Y es en el encuentro entre esas palabras y su cuerpo dónde algo se esboza”. Y “…lalengua en la que alguien recibió una primera impronta, una palabra es equívoca”. Esto estructura un código particular, privado. Lalengua puede encarnarse en el cuerpo.
El cuerpo como una superficie de inscripción es “objeto de prácticas culturales múltiples, marcas, heridas… Estas marcas valen en relación a un sistema expresivo”, recalca Miller.
Volviendo a la viñeta: Dice que es una piel morada y marchita. La madre dice: “Aquella la bonita es mi sobrina; la otra es mi hija”. Se considera una hija rechazada por la madre. ¿Cómo se juega el ser, ser objeto gozada por Otro? Se trata de un encuentro con el goce del Otro, y a la vez el fenómeno psicosomático puede inscribir un rasgo del goce Otro, en el cuerpo como Otro.
Más allá de la imagen esta compañera que es la piel, es una compañera real, se hurga, se daña, provocando una irritación. Muestra un intento desesperado por extraer el objeto. “Somos dos los hijos con granitos en la cara y piel morada como mi papá. Mi mamá nos llamaba los sapos a los hijos de mi padre”.
Lalengua se expresa en la piel y remite a un S1, Sapo. Esta mujer se identifica a este S1- y aunque “mal nombrada”, identificada a su mal- intenta hacerse un nombre propio para hacerle un borde al Goce del Otro Materno. “Sapo” pasa a representar un nombre de filiación, más allá del Nombre del Padre.
Mónica Pelliza
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