Para el Encuentro Americano
Eric Laurent
Según las últimas noticias, cerca de 300 personas han presentado trabajos ante la Comisión de Selección del Encuentro. Esta abundancia testimonia del interés suscitado por la presentación de este acontecimiento en Buenos Aires.
Eric Laurent
Según las últimas noticias, cerca de 300 personas han presentado trabajos ante la Comisión de Selección del Encuentro. Esta abundancia testimonia del interés suscitado por la presentación de este acontecimiento en Buenos Aires.
El programa está centrado sobre los modos de encuentros y de interfase entre el discurso analítico y el discurso del amo, a través de las modalidades institucionales de recepción de los síntomas. El término institución está tomado en el sentido más amplio. Incluye por supuesto, el consultorio del psicoanalista, que es una institución regida por el derecho común.Los síntomas también son definidos, en sentido amplio, como todo aquello que cojea, que no anda, que muestra el enloquecimiento de las categorías con las que el amo intenta pensar y clasificar esos mismos síntomas. En el último estado de la clínica, el DSM, las categorías son perecederas, efímeras. Están pensadas como artefacto de una lengua epidemiológica.
El Encuentro se propone como objetivo precisar los efectos subjetivos de la interacción entre las prácticas institucionales por un lado, y el discurso del psicoanálisis por el otro. Esto nos permite recentrar el discurso psicoanalítico sobre sí mismo, continuando al mismo tiempo, el diálogo con los modos de funcionamiento de otros discursos.
Las Escuelas deben hacerse responsables del psicoanálisis en su conjunto y reforzar los lazos de sus miembros con el discurso que los anima. Ellas tienen que mantener vivo el deseo de demostrar que la formación psicoanalítica no consiste fundamentalmente en autorizar la terapia de los otros. Ella consiste en poner a prueba su deseo en la experiencia del cuerpo a cuerpo singular del análisis propio, y de la supervisión. Sin embargo, esto no implica ninguna indiferencia con respecto a los efectos que el discurso produce en las instituciones en las que domina la dimensión terapéutica. La Escuela Una, la Escuela del Pase debe también velar por el valor de los significantes propios de su discurso, por los usos que se hace de ellos, por los procedimientos que autorizan.
En el discurso del amo, en la medida de las transformaciones que implica un lazo social flojo, fragmentado, incluso atomizado, la cuestión de la identidad deviene urgente. Una política de la identidad, de la asignación a residencias identitarias, tomó forma. La transformación del lazo político en dispositivo de escucha del padecimiento de los sujetos se duplica de una proyección autoritaria en las categorías permitiendo la gestión de “poblaciones”. La destrucción de las antiguas categorías clínicas o sociales, surgidas de la clínica de la mirada y del diálogo clínico singular, por la ciencia, desemboca en un paradigma del estallido y la dispersión. La referencia a la ciencia como única garantía del discurso clínico se redobla perfectamente del olvido y de lo que no comprende. El resultado es el abandono de los sujetos a su precariedad y su sufrimiento.
Al mismo tiempo que proponen hacer entrar a los sujetos en nuevas identificaciones colectivas, la rapidez de estas transformaciones produce zonas de no-derecho en las que el sujeto se pierde. Los impasses y las impotencias de la clínica del medicamento no hacen más que inflar las prescripciones abusivas y los usos desviados de estos. Las contradicciones de los protocolos administrativos dejan sin recursos a los practicantes. La experiencia clínica está tanto más fragmentada en las instituciones que ya no se la recoge en los lenguajes clínicos sistemáticos. El DSM se quiere ateórico, pura enumeración de síndromes. A partir de la alengua del síntoma, las elucubraciones de los lenguajes clínicos sólo se ordenan según la serie estadística. Sólo la medida de la frecuencia define la legitimidad de un fenómeno. El DSM, por su fragmentación y su sola sumisión a la ley de los porcentajes, ha revelado que la clínica está hecha de pedazos de real que los lenguajes clínicos velan bajo la coherencia del sistema.
¿Cómo pueden encontrarse entonces, en el Encuentro, el discurso psicoanalítico y los dialectos de las instituciones? El Encuentro no es la enciclopedia borgiana de todo lo que cojea en las instituciones. No apunta a la exhaustividad, si bien recibe ampliamente a quien quiere testimoniar de su experiencia como practicante y piensa que el psicoanálisis puede orientarlo. El Encuentro recibe lo que, del síntoma, hace hablar en los intersticios del lazo social, se hace incauto de los síntomas a partir de que exceden los dispositivos construidos para reducirlo al silencio.
Por ello el programa del Encuentro explora los lugares de un encuentro posible de los discursos bajo cuatro rúbricas principales:
1- Lo irreductible del síntoma al lazo social
2- ¿Cómo hacer escuchar el síntoma en la institución?
3- Los efectos de angustia ante la pretensión universalizante de los protocolos.
4- Las salidas singulares al malestar frente a las identificaciones segregativas.
En efecto, los practicantes que ejercen en las instituciones se encuentran atravesados por momentos de angustia, de desconcierto, de certidumbres anticipadas, de seguridades que vacilan, de buenas intenciones que se revelan no ser más que una vía de acceso a los círculos del infierno. Todos estos efectos están en busca de lugares en los que pueda escucharse que ellos declaran a favor del síntoma, más allá de todos los personajes que están en la escena.
1- Lo irreductible del síntoma al lazo social
2- ¿Cómo hacer escuchar el síntoma en la institución?
3- Los efectos de angustia ante la pretensión universalizante de los protocolos.
4- Las salidas singulares al malestar frente a las identificaciones segregativas.
En efecto, los practicantes que ejercen en las instituciones se encuentran atravesados por momentos de angustia, de desconcierto, de certidumbres anticipadas, de seguridades que vacilan, de buenas intenciones que se revelan no ser más que una vía de acceso a los círculos del infierno. Todos estos efectos están en busca de lugares en los que pueda escucharse que ellos declaran a favor del síntoma, más allá de todos los personajes que están en la escena.
El Campo Freudiano, la AMP, las Escuelas toman la iniciativa de articular lugares de encuentro y de interfase, de verdaderas placas tectónicas que sostienen los choques de discurso, cada uno según sus dispositivos y sus prioridad particulares. El Campo Freudiano ha procedido de tal manera que el Encuentro tomará la forma de un intercartel ampliado, acorde con la multiplicidad que trata. La comisión científica ha podido efectivamente conformar carteles ampliados que han animado la elaboración de los textos. Esta conversación entre carteles será puntuada por las reuniones plenarias alrededor de los temas elegidos. Trataremos de poner a punto nuevos instrumentos para explorar la fecundidad de los impasses del Discurso del amo frente a lo intratable del síntoma. Examinaremos cómo las identificaciones conformistas establecidas en las instituciones pueden dejar lugar al “uno por uno”, tanto del lado del caso, como del lado del practicante.
Apuntamos, en efecto, a producir un amor por la singularidad de la alengua inconciente en un momento de la civilización en el que la singularidad sólo se concibe al nivel imaginario del yo: la época del individualismo de masa. El Encuentro es un dispositivo que permite testimoniar de la capacidad del psicoanálisis de producir efectos de discurso haciendo escuchar la resonancia de los efectos de resistencia del síntoma a su tratamiento institucional.
El Encuentro dialoga a su manera con los objetivos de Pipol IV en Barcelona, que explora la clínica y la pragmática de la desinserción en psicoanálisis. Toma nota del hecho de que el síntoma, en el discurso del amo, es primero aprehendido como lo que separa al sujeto, lo desinserta de su lazo social. Este abordaje del síntoma en términos de déficit permite desconocer la positividad del síntoma. Testimonia de la desinserción radical del sujeto en la lengua común y el lazo social que ella autoriza. Es porque el sujeto se sabe desinsertado que quiere hacer como todo el mundo, quiere insertarse.
Después de haber definido los fundamentos psicoanalíticos y las variedades clínicas de la desinserción, Pipol IV extraerá las lecciones de la práctica en los lugares institucionales en los cuales algo del síntoma puede decirse y ser escuchado, los “lugares alfa”. Después de haber hecho escuchar la voz de artistas que han hecho de su desinserción el fundamento de su lazo social (Joyce, Beckett, Gould), se interrogará si la manera en la cual se habla del síntoma en ese lugar privilegiado que es la reunión clínica permite efectivamente hacer escuchar su particularidad.
De Pipol IV al Encuentro Americano, de una manera muy diversa, se mantiene un mismo eje de cuestionamiento. Prosigue la elucidación de los fantasmas clínicos. Apunta a establecer la cartografía de lo real en juego en las prácticas institucionales y a reorientarlas a partir de allí. Es la apuesta de estos Encuentros.
Eric Laurent
Eric Laurent
17 de junio de 2009
Traducción: Silvia Salman
Traducción: Silvia Salman
Nenhum comentário:
Postar um comentário