Este
número 10 marca el quinto año de andadura de Letras Lacanianas en el que
se produce una nueva permutación en la dirección y se incorporan varios colegas
a nuestro equipo editorial interesados en confrontarse con la experiencia de
transmitir con la letra escrita.
En
esta ocasión el eje fue nuestro próximo encuentro Pipol bajo el título
Víctimas! con tres estupendas intervenciones aportadas por la sede de Madrid.
En
nuestra habitual sección “Pase” hemos contado con tres testimonios de gran
alcance epistémico. Uno de ellos con sus ‘Acrobacias’ apuntaba a algo del goce
del cuerpo del que ahora puede hacer un nuevo uso, orientado a la causa
analítica.
Otro
plantea la hipótesis de que entre enunciación y feminización puede haber un
lazo, y ese lazo se esclarece en parte en la enunciación que aparece en el
pase.
El
titulado “Teléfono” sitúa la cuestión del ‘no sé’. Un sueño que sitúa y
transforma, entre la risa y la vergüenza, el ‘no sé’ inicial: -¿Quién era? -No
sé, ¡nadie! Donde el sujeto quedó fijado a una ficción. Un ‘no sé’ que se
declinó en un ‘no puedo’, o ‘no puedo acceder al saber’, y un sueño que
desentraña algo en la última sesión respecto de la feminidad: ¡Ni ella, ni yo,
y en ningún idioma!
En
“Clínica” nos encontramos con el procedimiento fonológico que utiliza Louis
Wolfson para defenderse imperiosamente de la
lengua materna, es decir, de una invasión de goce, que el sujeto
neutraliza, modifica, anula, masacrando la lengua. En otro se trata de
desentrañar un real que queda atrapado en la articulación de los tres
registros: RSI. El último trata de articular la afirmación de Lacan “el
psicoanálisis no es un sinthome, sí
el psicoanalista”, entonces ¿Cuál sería la posición del analista en la clínica
del sínthome?
En
nuestra “Ciudad” aparecen un ramillete de artículos que están en la frontera
conversando con lo contemporáneo, con la ciudad, con lo que sucede en nuestro
entorno, y con el artista: la lujuria como una de las paradojas de la libertad
sexual, lo sagrado a partir de Buñuel y como en otra época se las han arreglado
para enfrentarse al odio, al racismo, y a la xenofobia. Asimismo, el afán
científico contemporáneo de copiar la vida y la conciencia, de ahí la ilusión
de una Ciencia Máxima, o como dice su autor, de un mosaico de disciplinas
científicas completas. La clínica de lo trans nos sitúa como un interlocutor de
hecho ante este fenómeno cada vez más evidente en nuestra época y que demanda
una visibilidad desprejuiciada y una reflexión profunda desde el psicoanálisis,
cuando se superponen erróneamente las fronteras entre la perversión y la
psicosis. Los tres últimos se ocupan de dialogar con el artista, desde el
dramaturgo, el cineasta o el poeta, llevándonos a aprender de ellos.
* Director
de Letras Lacanianas
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