Diario de las Jornadas
N° 1
Martes 1 de septiembre de 2009
JACQUES-ALAIN MILLER : Un nuevo concepto para las 38 Jornadas
La Escuela de la Causa freudiana estrenará en noviembre próximo un nuevo concepto de sus Jornadas, que serán las número 38. Es una novedad, y es una experiencia en el sentido de experimentación. Es decir que no podríamos prejuzgar su resultado, éxito o fracaso. Hay riesgo, no hay rutina en ello. Por lo tanto, al menos no corremos el riesgo del aburrimiento.
Sin embargo, no es una tentativa gratuita y caprichosa, sino un ensayo reflexivo, y que articula varios elementos inéditos.
N° 1
Martes 1 de septiembre de 2009
JACQUES-ALAIN MILLER : Un nuevo concepto para las 38 Jornadas
La Escuela de la Causa freudiana estrenará en noviembre próximo un nuevo concepto de sus Jornadas, que serán las número 38. Es una novedad, y es una experiencia en el sentido de experimentación. Es decir que no podríamos prejuzgar su resultado, éxito o fracaso. Hay riesgo, no hay rutina en ello. Por lo tanto, al menos no corremos el riesgo del aburrimiento.
Sin embargo, no es una tentativa gratuita y caprichosa, sino un ensayo reflexivo, y que articula varios elementos inéditos.
Primer elemento : la sorpresa
La Escuela tenía la costumbre de entregarse cada año a una vasta y multiforme campaña de « preparación de las Jornadas ». En todas partes, en París y las provincias, veíamos zumbar las colmenas de las ACF con una actividad tan entusiasta como metódica. Innumerables abejas iban a recolectar su néctar en miles de flores para llevarlo a la comunidad, bajo el impulso de una dirección única y vigilante. Se laboraba el tema en todos los sentidos en reuniones llamadas preparatorias, cavando profundos surcos en la problemática. Una batería de publicaciones acompañaba este esfuerzo grandioso de aprendizaje y de formación.
Un comité científico enmarcaba, juzgaba, rectificaba con anterioridad las producciones. Cuando llegaba el momento de las Jornadas, todos estaban familiarizados con el tema, y podían seguir las exposiciones con conocimiento de causa. De este modos, las Jornadas fueron desde hace casi treinta años un factor poderoso de unificación para la Escuela, sus miembros, sus afiliados y su público, un vector, como decimos, que polariza las enseñanzas: y llegado el caso, con alegría por los hallazgos: “¡Eres tú, soy yo, somos nosotros, todos juntos, y viva por nosotros”! La Escuela verificaba cada año que se parecía a sí misma. Faltaba un solo elemento, era sacrificado, la sorpresa. Pero frente a los beneficios que traía la empresa, no era nada, parecía.
Y bien, llegó el momento de darse cuenta que esa nada vale por todo el resto. No, no se trata de censurar ese pasado honorable al que la ECF le debe mucho, sino por el contrario, apoyarse en lo que fue adquirido para restituirle a las Jornadas el carácter de un acontecimiento. Nuestras Jornadas eran hasta ahora la conclusión lógica, y el punto de capitón de un largo desarrollo continuo y ordenado. ¿Y si fueran de ahora en más un tiempo de ruptura, el momento fecundo de una súbita producción aleatoria, la colisión de las así llamadas reacciones espontáneas que toman desprevenido, no solo al público, sino a los mismos oradores? ¿No estaría esto más próximo de aquello que el método psicoanalítico pone en juego en la búsqueda de la verdad?
Por supuesto, algo se perderá en la operación, pero es así, no se gana nunca en todos los marcadores. Y cuando se ganó durante mucho tiempo en uno, la tasa de beneficio tiene tendencia a bajar, y llega el momento en que se anula, y donde hace falta especular en otro. Al menos esa es la apuesta.
Segundo elemento: la estructura única
Hace tiempo, en los comienzos de la Escuela, en 1981, las Jornadas se desarrollaban de un punto al otro ante la Escuela entera: solo había “sesiones plenarias”, no había “salas simultáneas”. En ocasión de las 4as Jornadas, en las que aseguré la co-dirección, fijé el módulo que continúa hasta hoy para las plenarias: una hora, un presidente, dos intervenciones de 20 minutos, el último tercio para la discusión. Poco después, fue necesario decidirse a introducir las salas múltiples: la Escuela creció, sus miembros desean intervenir frente a sus colegas, no se podía discutir en mesas plenarias, se sacrificó la unidad por el número. Pero debemos señalar que ningún módulo fue jamás establecido para esas salas simultáneas: duración, presidencias, discutidores, número de intervenciones, todo fue dejado siempre librado a las circunstancias..
Además, como las Jornadas se desarrollaban invariablemente en el Palacio de los Congresos, y se alquilaba la “Sala Azul » por dos días, cuando llegaba el momento de las salas simultáneas, figuraba como una de tales, siendo que aplastaba a las otras por su tamaño. El resultado habitual era un alegre desorden en las simultáneas, a menudo abarrotadas de intervenciones, y a menudo abandonadas por el público, lo que producía una cierta decepción, rápidamente taponada, por otra parte, por la viva affectio societatis que continúa siendo lo propio de las asociaciones del Campo freudiano y las hace singular entre los grupos psicoanalíticos.
Finalmente, último disfuncionamiento regular, la asistencia de las plenarias se tornó tan numerosa que desbordó dicha “Sala Azul”, que no llega a 900 lugares. La primera vez, se agregó a toda prisa una sala de circuito cerrado de televisión, luego esto se volvió habitual, luego se agregó una segunda, también regularmente, y esto para alojar un público que terminó por alcanzar y luego superar los 1500.
Todo este esquema de organización debía evidentemente repensarse desde hacía tiempo pero la permutación de las instancias directivas de la Escuela como esta, aún más rápida, de las instancias propias de las jornadas, a la que se agregaba la necesidad de reservar las salas con más de un año de antelación, hizo que la organización permaneciera intocada en el curso del tiempo – un pequeño cuarto de siglo. Y luego, reconozcamos que eso no le molestaba a nadie: el tiempo transcurrido volvió venerables a estos disfuncionamientos mismos, y el leve malestar que podía sin embargo manifestarse, el sentimiento difuso de una cierta incomodidad, todo esto formaba parte de la atmósfera, de la Stimmung de estas Jornadas, que se quería encontrar parecida a sí misma en cada ocasión.
Director de las 38 Jornadas, no imaginaba reconducir a lo idéntico este esquema obsoleto desde hace mucho tiempo. El Directorio presidido por F. H. Freda ratificó la reconfiguración que le presenté en noviembre último; la tesorera, D. Miller, supo obtener de la administración del Palacio de los Congresos la anulación de las reservas efectuadas hacía tiempo, y a costa de un cambio de fecha, esta administración liberó locales que permitirán poner en marcha el nuevo dispositivo.
Estos son los tres componentes mayores:
- el módulo único : el mismo módulo valdrá para todas las intervenciones, ya sea que se desarrollen en mesas simultáneas o plenarias. Es como lo dije, 1 hora, 1 presidente, 2 intervenciones, 1 discusión; y sin discutidor: es el presidente quien presenta las dos intervenciones, quien las comenta luego, y quien en las salas simultáneas, lanza la discusión – en las sala plenaria, dialoga con los expositores. Este recorte de horario se impone, siempre el mismo, al conjunto del programa, independientemente del lugar asignado finalmente a tal o cual exposición: hay separación de las coordenadas temporales y espaciales, lo que permite a los lugares encontrar su identidad propia, y casi-tautológica, es decir:
- una sala plénania verdaderamente plenaria: si debe haber sesiones plenarias, entonces que la sala aloje a todo el mundo. Se terminó la “Sala Azul”. Alquilemos una sala capaz de alojar al menos 1500 personas;
- salas simultáneas, verdaderamente simultáneas : es decir, tan numerosas como sea posible, y de capacidad comparable. Por lo tanto, allí tampoco “Sala Azul”.
Es un hecho feliz que el palacio de los Congresos haya podido satisfacer, y sin costo extra, estas demandas inéditas. Funcionarán no menos de ocho (8) salas simultáneas similares. En cuanto a la sala plenaria, será el Gran Auditorio situado en la planta baja, que ya había alojado el último gran Encuentro internacional del Campo freudiano que se realizara en París, antes de que esta serie se divida en dos, para dar nacimiento a los Encuentro latinoamericanos, por una parte, y a PIPOL, por otra.
Las simultáneas serán alquiladas por una jornada entera, y lo mismo con el Auditorio. Por lo tanto, en lugar que el sábado como el domingo impliquen plenarias y simultáneas, para las 38 Jornadas las cosas serán zanjadas: el sábado será El Día de las Ocho Salas, el domingo El Día del Auditorio.
Los múltiples se alquilarán por un día entero.
Los horarios previstos son de 10hs a 13 hs, y de 15hs a 18hs, podemos notar la enorme capacidad de absorción y de producción de esta máquina nueva: 108 intervenciones, y 54 presidentes, que forman 54 secuencias formalmente semejantes. Quisiéramos a un Charles Fourier para celebrar dignamente lo impecable de este orden invariable, verdaderamente alveolar, que permanece de este modo conforme al espíritu “Colmena zumbadora” de la ECF
Pero lo que hay que ver bien, es que como lo sabemos por el funcionamiento mismo de un análisis, por el matema del discurso analítico, la red apretada de una estructura es precisamente la condición de cualquier sorpresa.
Elemento 3 : tengo ahora que hablarles del tema – que ustedes conocen, Como se vuelve uno analista en el siglo XXI. Cómo atraparlo, ese ¿Cómo? Cómo fabricar con todos estos bártulos algo que para nosotros constituya un acontecimiento? Como se hace tarde, y he sido más largo de lo que creía al comenzar, dejo esto para mañana, o para el 3. Después de lo cual, esperaré recibir contribuciones, que publicaré con gusto en este nuevo Diario de las Jornadas. Aparecerá aperiódicamente hasta el sábado 7 de noviembre próximo. ¿Contribuciones sobre qué? Sobre ese famoso ¿Cómo?, por supuesto, pero concebido de manera extensiva: nada psicoanalítico nos es extraño, y nada de lo que respecta a este trasto del siglo XXI, que es nombrado en el título.
Continúa en el proximo número
Traducción: Silvia Baudini
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